Historia del Acelerador TANDAR
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Ya
en el año 1951, trabajaban en la CNEA más de cincuenta
científicos investigando activamente en el campo de las ciencias
nucleares.
Durante 1953 y 1954, comienzan a funcionar, en la Sede Central, un acelerador
lineal tipo Cockroft-Walton de 1,2 MV y un Sincrociclotrón de
180 cm, que permitía acelerar deuterones y partículas alfa hasta
energías de 28 MeV y 56 MeV respectivamente. Estas máquinas,
con mejoras y desarrollos posteriores, continuaron en operación hasta fines
de los ’70, y permitieron un notable desarrollo en los grupos científicos
vinculados a la física experimental.
Precisamente, la creciente demanda de esta comunidad científica, es la
que impulsa la idea de una actualización del equipamiento existente, a
medida que las máquinas disponibles entran en un período de
obsolescencia que termina imponiendo fuertes limitaciones a los planes de
investigación.
Es así como ya en el año 1969, se realizan estudios de
factibilidad tendientes a la adquisición de máquinas más
modernas, que por distintos motivos no llegan a materializarse.
Sin embargo los proyectos se sucedieron, hasta que finalmente en 1976, el
entonces Departamento de Física propuso la compra e instalación
de un acelerador electrostático de 20 MV, como conclusión de
un estudio que lo revela como el más conveniente para la investigación
experimental en física nuclear de bajas energías. Este estudio
recomienda también "...encarar la instalación de la máquina
con criterios que amplíen al máximo su posible impacto en la comunidad
científica argentina. Para ello, su ubicación debe contribuir a facilitar
su uso por estudiantes graduados y personal de las universidades y de otros organismos
de investigación y desarrollo."
Este proyecto, finalmente aprobado por las autoridades de CNEA en el curso de
ese año, se materializó a fines de 1977, con la firma del
contrato de construcción del acelerador suscripto con la firma
Electrostatics International Inc., de EE.UU.
Asimismo, en una segunda fase, se adjudicó en el país el
desarrollo de la ingeniería conceptual para las obras locales, como ser
edificios, (de los cuales se destaca la torre de hormigón de 73 mts
de altura), tanque de presión, sistema de trasvasamiento y almacenamiento
de hexafluoruro de azufre, etc.
Dichas obras comenzaron de hecho a fines de 1979, con un cronograma compatible
con la construcción, montaje, pruebas y puesta en marcha del acelerador.
Finalmente, en Septiembre de 1985, se utilizó el primer haz de iones
para experimentos, procediéndose a la inauguración oficial un
año después, luego de la publicación del primer trabajo de
investigación.