Introducción
Los objetivos de esta línea de trabajo son: el conocimiento
básico del comportamiento de las reacciones nucleares inducidas por
iones pesados y estudios de estructura nuclear a altos momentos angulares. En
pocas palabras, por un lado se trata de entender los procesos que ocurren
cuando un dado núcleo atómico -luego de ser acelerado hasta
velocidades de alrededor del 5% de la velocidad de la luz- colisiona contra
otro núcleo que se encuentra inicialmente en reposo. Por otra parte se
trata de comprender cuales son las consecuencias, que las antedichas reacciones
producen en la estructura interna de los núcleos, como ser cambios de
forma, vibraciones, rotaciones, etc.
¿Para qué sirve el estudio de las reacciones
nucleares?
Aunque nos parezcan alejadas de nuestras actividades y de nuestros intereses
cotidianos, las reacciones nucleares tienen relación directa con nuestra
propia existencia sobre la Tierra. En efecto, el Sol que nos ilumina, tanto
como el resto de las estrellas que se agrupan en miles de millones de galaxias
del Universo, obtienen su energía de la combustión nuclear. Por
ejemplo, en el interior de las estrellas los núcleos atómicos
chocan constantemente entre sí impulsados por altísimas
temperaturas, las que a su vez pueden mantenerse gracias a la energía
liberada en las transmutaciones nucleares, dando lugar a un ciclo que se
alimenta a sí mismo. El estudio de las reacciones nucleares nos ayuda a
comprender estos procesos, así como también a los mecanismos por
los cuales se originan los elementos químicos que forman parte de los
objetos que nos rodean.
¿Cómo se realizan estos estudios?
Nuestra labor de investigación se realiza simulando, a escala de
laboratorio, procesos similares a los que en la Naturaleza se desarrollan en el
interior de las estrellas. En el laboratorio TANDAR de la
Comisión Nacional de Energía Atómica, se cuenta con un
acelerador de iones pesados que es capaz de proveer a los núcleos las
energías adecuadas merced a la aceleración de los iones
(átomos cargados eléctricamente) a lo largo de un potencial
eléctrico de hasta 20 millones de voltios. Las partículas
así aceleradas son dirigidas finalmente contra un blanco -usualmente una
lámina muy delgada- de algún material cuyos átomos tengan
los núcleos atómicos de interés.
¿Por qué se necesitan velocidades -y por lo tanto,
energías- tan elevadas?
Para que se produzcan las reacciones nucleares, es necesario que los
núcleos se acerquen entre sí a distancias suficientemente
pequeñas como para que las fuerzas nucleares -intensas, pero de muy
corto alcance- puedan hacerse sentir. Llegar a esas distancias tan
pequeñas requiere grandes energías, capaces de vencer la
repulsión eléctrica inicial que los núcleos cargados
positivamente se ejercen en forma mutua antes de llegar al rango de distancias
donde las fuerzas nucleares se imponen.
¿Qué ocurre cuando un núcleo atómico
"choca" contra otro a estas elevadas velocidades y energías?
En otras palabras, ¿qué es una reacción nuclear?
Son muchas las cosas que pueden ocurrir. Por ejemplo, es posible que ambos
núcleos se "interpenetren" y terminen fundiéndose en un
nuevo núcleo atómico que estará constituído por la
suma de los componentes de cada núcleo inicial, quienes pierden su
identidad. El nuevo núcleo así producido (núcleo
compuesto) suele quedar en un estado altamente excitado, es decir, dotado
de una alta energía interior que obtiene a expensas de una
fracción de la energía cinética asociada inicialmente al
movimiento del proyectil. Normalmente, el núcleo compuesto ha de
desprenderse de esta energía interna por intermedio de la emisión
secuencial de partículas y de radiación electromagnética,
lo cual da lugar finalmente a un núcleo residual habitualmente
denominado residuo de evaporación. Este tipo de reacciones se
conocen como de fusión. Una de las formas posibles de estudiar
este tipo de reacciones involucra la detección de los residuos de
evaporación utilizando un sistema de medición
de tiempo de vuelo.
Otro posible desenlace de la colisión, es que los núcleos no
pierdan totalmente su identidad original, sino que intercambien una o
más partículas (protones y neutrones) y/o que adquieran alguna
energía interna a expensas de la energía cinética inicial.
Estas reacciones caen en la categoría general de reacciones cuasielásticas, y pueden dividirse
-según se produzca o no intercambio de masa y de carga eléctrica,
y excitación interna- en reacciones de dispersión
inelástica, o de transferencia.
Un caso particular entre estas últimas reacciones es el de la llamada
dispersión elástica, en la que
no se produce intercambio de partículas entre los núcleos que
participan en el choque, ni éstos adquieren energía de
excitación interna. Es semejante a lo que ocurre cuando dos bolas de
billar cambian su dirección luego de chocar entre sí, sin perder
su identidad y sin pérdida de la energía cinética total.
El estudio de las colisiones elásticas y cuasielásticas suele
realizarse mediante la detección,
identificación y medición de la energía
cinética de uno de los dos fragmentos salientes (habitualmente el
fragmento similar al proyectil o "projectile-like fragment").
Esta clasificación de las reacciones nucleares que acabamos de dar se
basa en la observación del resultado final. Para dar una imagen
cotidiana, es equivalente a clasificar los accidentes de tránsito, por
ejemplo, a partir del estado en que quedaron los vehículos
después de una colisión. Sin embargo, el trabajo de un perito que
estudie el accidente iría un paso más allá: a partir de
los restos de la colisión aspira a entender cómo se produjo la
colisión, en qué punto ocurrió el impacto, qué
sucedió en el habitáculo del conductor, y muchos otros detalles
del choque en sí. Del mismo modo, el estudio de las reacciones nucleares
apunta, por ejemplo, a comprender muchos aspectos del mecanismo de la
reacción a partir del estudio de los remanentes del choque,
conocidos como productos de la reacción.
Por supuesto no es posible llevar la analogía muy lejos. Mientras que el
estudioso de accidentes vehiculares puede recurrir en gran medida a impresiones
visuales, directas o fotográficas, el investigador de las reacciones
debe utilizar detectores bastante más sofisticados (de estado
sólido, gaseosos, de análisis magnético, etc.) para
determinar en qué estado quedaron las cosas después de la
colisión. Esto normalmente significa saber cuántas (y
cuáles) partículas se produjeron, y en qué direcciones y
con qué velocidades fueron emitidas.
Un experimento típico para estudiar algún aspecto particular de
una determinada reacción nuclear consistirá, en resumen, en
acelerar un gran número de núcleos de un determinado tipo
(proyectiles) utilizando un acelerador de partículas como el
TANDAR, y dirigirlos contra otro gran número de
núcleos (blanco). Mediante una apropiada distribución de
detectores como los mencionados arriba se podrá estudiar y clasificar a
los productos de la reacción de acuerdo a su tipo, energía y
ángulo de emisión. Debido al enorme número de proyectiles
y blancos involucrados, el resultado final suele expresarse en términos
estadísticos, relacionados con las probabilidades o frecuencias de
ocurrencia de los distintos posibles desenlaces de la reacción. En la
jerga, suele utilizarse el concepto de sección eficaz (ds/dw) para medir estas
probabilidades.
En lo que sigue vamos a ilustrar con algunos ejemplos el tipo de arreglo
experimental, los detectores utilizados y algunos de los espectros
característicos obtenidos. Además, en ese contexto intentaremos
(de acuerdo con la clasificación antes mencionada) ubicar el tipo de
reacción nuclear que corresponda.